El profeta Jeremías nos recuerda una de las promesas más preciosas que debemos recordar cada día en Lamentaciones 3:21 -23 “Esto lo recuerdo en mi mente, por lo tanto, tengo esperanza. Es de las misericordias del Señor que no somos consumido, porque sus compasiones no fallan. Son nuevas cada mañana: Grande es Tu fidelidad “.
¿No es una promesa increíble? Dios nos promete que sus misericordias son nuevas cada mañana. Sus compasiones no fallan. Esta promesa debe asentarse en su espíritu de una vez por todas que Dios no está recordándote de tu pecado pasado cada día. Es el enemigo que intenta mantenerte en un lugar de culpa y vergüenza. Una vez que pedimos perdón, Él nos perdona y ya no recuerda su pecado pasado. Y aunque nos equivocamos y fallamos, Sus misericordias nos levanta todos los días. Recuerda hoy que Sus misericordias son nuevas cada mañana. ¡Grande es su fidelidad!
La mayoría de las personas de hoy se dan cuenta de que sus palabras tienen poder y autoridad, pero desafortunadamente no aprovechan ni controlan las palabras que salen de sus bocas. Y eso es lamentable porque palabras pueden cambiar el ambiente negativo a uno positivo. Las palabras pueden sanar o herir, traer alegría o tristeza, producir verdad o engaño, unir o separar. Las palabras son contenedores que transportan emociones, sabiduría, imágenes y creencias. Proverbios 18:21 dice: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto”. El rey David lo sabía, así que decidió dentro de sí mismo hablar solo de la justicia de Dios todo el día. Él dijo esto en Salmo 71:24(HCSB): “Por lo tanto, mi lengua proclamará Tu justicia todo el día, porque los que buscan mi daño serán deshonrados y confundidos”. Sabía que las promesas de Dios son vivas y eficaz. David confió en Dios para destruir los ataques de sus enemigos. Sabía que sus enemigos serían deshonrados y confundidos. Santiago 4: 7 dice: “Por lo tanto, sometete a Dios. Resiste al diablo y él huirá de ti”. Entonces, cuando te sometas a Dios este fin de semana, debes saber que Dios ha identificado a tus enemigos y está destruyendo sus ataques contra ti. El enemigo tiendra que huir. ¡Sé como David y deja que tu lengua solo hable de su justicia todo el día!