Es tiempo de andar en la paz de Dios!

Entre los enemigos que enfrentamos de manera continua, el miedo es uno de los enemigos principales. El temor evitó que muchos en los días de Moisés entraran en su herencia. En Josue 1, Dios le dijo a Josué varias veces “¡no temas!”. 2 Timoteo 1: 7 dice: “Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio”. El apóstol Juan escribió esto sobre el temor: “No hay temor en el amor; pero el amor perfecto expulsa el temor porque el temor implica tormento. Pero el que teme no se ha perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18). Hoy, oro que el Espíritu Santo le brinde la poderosa revelación que David recibió cuando dijo: “aunque ande por el valle de la sombra de muerte, no temeré al mal, porque Tu estás conmigo” (Salmos 23). ¡Dios está contigo! Él prometió nunca dejarte ni abandonarte. También envió ángeles para protegerte. Hoy, el Señor nos recuerda que vivamos en su paz y gozo. ¡La paz que pasa todo entendimiento, y el gozo del Señor, que es nuestra fortaleza!

Salmos 27: 1Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?”

El dia despues de las celebraciónes!

¡Ya se acabo las navidades ¡La loca carrera por comprar regalos, las reuniones familiares, el estrés de recibir a muchos invitados en su hogar, la cocina, la limpieza, y ahora, viene la limpieza! Estas Las navidades pueden ser verdaderamente abrumadoras. Pero ahora, ¿qué hace uno al día siguiente? Bueno, para el cristiano, hoy hacemos lo mismo. “Este es el día que hizo el Señor. Me regocijaré y me alegraré en él (Salmos 118: 24)” “Bendeciré al Señor en todo momento; su alabanza estará continuamente en mi boca (Salmos 34: 1) . ” Para el cristiano, las Navidades no es solo un tiempo festivo. Es un estilo de vida. Celebramos al Señor Jesús todos los días. Tenemos una “actitud de gratitud” diaria. Así que en realidad, para nosotros, las Navidades son una realidad cotidiana !. Deja que la celebración continúe ………… .

Filipenses 4: 4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”