Que clase de legado estas dejando?

En este nuevo año, es vital que vigilemos nuestras bocas para asegurarnos de que las palabras que estamos hablando estén alineadas con la palabra y voluntad de Dios. La muerte y la vida están en el poder de la lengua y como embajadores de Cristo, debemos entender que representamos al Rey en esta generacion. Por lo tanto, debemos orar todos los días para que Dios nos dé sabiduría para hablar como los oráculos de Dios y no como aquellos que no se preocupan por las repercusiones de sus palabras. Mire lo que dice y hace, porque estas creando un ambiente y legado que afectara a otros. La pregunta es: ¿el legado que está creando está glorificando a Dios o ayudando a destruir a esta generación?

Salmo 19:14: “Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.”.

¡Tu victoria está asegurada!

Dos poderosas verdades que los antiguos discípulos sabían acerca de su relación con Dios fueron: a) Eran más que vencedores por medio de Cristo y, b) nada podía separarlos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor. Puede que estés atravesando la batalla de tu vida en este momento. Puede estar experimentando pruebas, tribulaciones, estrés, deudas financieras, enfermedad, traición y otros desafíos similares, ¡pero el Señor le recuerda hoy que USTED es más que un vencedor! El Espiritu Santo reside dentro de ti, y aunque estés atravesando una lucha desafiante de tu fe, saldrás en la cima porque si Dios es para ti, ¡quién puede estar en tu contra! Nada te separará de su amor. Su amor es feroz. Su amor es fiel. Su amor vence toda oscuridad y destrucción. ¡Su amor venció a la muerte, el infierno y la tumba! ¡En medio de tu lucha, Clama al Señor con voz de triunfo y jubilo! Este es el día que hizo el Señor. ¡Me regocijare y me alegraré en El! ¡Tu victoria está asegurada en Cristo!

Romanos 8: 37-39 “Sin embargo, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni los poderes, ni las cosas presentes, ni las cosas por venir, ni la altura. ni la profundidad, ni ninguna otra cosa creada, podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor “