El apóstol Pablo nos aconsejó en Efesios 4:26 que tengamos cuidado de cómo trabajamos con enojo. La ira es una parte normal de nuestras emociones. Como nativo de Nueva York, he visto ira todas las mañanas durante mi viaje al trabajo. La gente se desquiciaba solo porque no me movía lo suficientemente rápido cuando la luz se ponía verde. Tocaban el bocinazo y me daban un signo con el dedo cuando pasaban, jaja. La ira descontrolada ha puesto a más personas en la cárcel y en los cementerios que cualquier otra cosa. Cuando la ira se usa correctamente, puede decir “ya es suficiente” y la ira lo impulsará a ir y hacer ejercicio porque lo ha tenido con su peso. La ira puede impulsarlo a decirle a ese agresor “ya es suficiente”, lo hace de nuevo y le informaré a las autoridades, etc. La ira en su lugar correcto le dará las energías para hacer lo que no hubiera hecho sin ello. No es pecado enojarse. Es lo que hacemos mientras estamos enojados que puede ser pecaminoso. Recuerda lo que dijo el Apóstol: no dejes que el sol se ponga en tu ira. En otras palabras, maneje el (los) problema (s) antes de irse a la cama. No dejes que la ira penetre dentro de ti. Cuida el problema, luego vete a la cama en paz. Serás mejor para eso y no permitirás que el enojo te lleve a ese lugar donde no deberías estar.
Efesios 4:26– “enojaos, y no pequéis”: no dejes que el sol se ponga en tu ira