Se necesita un compromiso firme y amor para caminar justamente. Si bien a la mayoría de las personas no les importa lo que dicen, piensan o hacen, los que aman a Dios eligen agradar a Dios en su vida diaria. El rey David dijo esto: “Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean aceptables a tu vista, oh Señor, mi fortaleza y mi redentor” (Salmo 19:14). Él oró a Dios por ayuda para vivir rectamente porque sabía que sin la ayuda de Dios, muy bien podría fallar y pecar. Sabía que Dios no solo era su Redentor, sino que también era su fortaleza. Tal vez estés atravesando un desafío viviendo para Dios en medio de un mundo no redimido, pero recuerda hoy que Dios es tu fortaleza y redentor. Él te ayudará a vivir en rectitud ante Él. E incluso cuando fallas, su amor y perdón siempre están ahí para ti. Se fortalecido hoy. Hay quienes te observan y piensan “si él puede vivir para Dios, entonces quizás yo pueda”. ¡Espero que tengas una semana bendecida!
¡Tienes un abogado Intercesor justo!
La palabra pecado significa: “Romper la ley de Dios. Errar al blanco”. El apóstol Juan les dijo a los creyentes que les escribió las instrucciones de Dios para que no pecaran. De esta manera, siempre tendrían la sabiduría y las instrucciones adecuadas para saber cómo vivir agradablemente a Dios en sus vidas diarias. 1 Juan 2: 1 dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguien peca, tenemos un Abogado con el Padre, Jesucristo el justo”. Sin embargo, tenga en cuenta que el también enseñó que si pecamos o fallamos, nuestro abogado, Jesucristo intercedería por nosotros ante el Padre. Tenemos un abogado justo que siempre intercede por nosotros. Consuélese hoy y sepa que Él es consciente del hecho de que está haciendo todo lo posible para vivir rectamente para Su gloria. Sepa también que ya se han hecho provisiones cuando peca. Solo ve delante de Dios con humildad y pide perdón. Tu intercesor está sentado a la diestra del Padre, de modo que estás cubierto por su amor y su sangre. No tienes que caminar en la culpa o la condena. ¡Eres amado y perdonado!