He notado que muchas personas en nuestra sociedad hoy se sienten ofendidos por el mensaje del Evangelio porque sienten que los condena. Piensan que el Dios de la Biblia está enojado con ellos y los odia. Sin embargo, todos conocemos Juan 3:16, donde dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.”. Este versículo, por supuesto, muestra lo opuesto al odio y la condenación. Pero la mayoría de las personas no leen el siguiente verso que dice: “Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo a través de él sea salvo” (Juan 3:17). Nota: ¡Dios no envió a Jesús para condenar al mundo! ¿Leíste eso? Él lo envió para que a través de Él el mundo fuera salvo. Oh, si tan solo entendiéramos el amor de Dios. Él nos ve destruyéndonos unos a otros y eso entristece a Su corazón. Hoy, Dios nos recuerda que Él nos ama y que los brazos de Jesús todavía están abiertos, esperando que acudamos a Él para poder librarnos del poder de las tinieblas y trasladarnos a Su Reino. Selah!
Juan 3:17 “Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de él”.