Una de las poderosas leyes en las escrituras es la ley de siembra y cosecha. Según Génesis 8:22, ¡mientras la tierra permanezca, la siembra y la cosecha no cesarán! Pablo habló acerca de sembrar y cosechar en 2 Corintios 9: 6-8 “Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante. Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría» Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros“. Pablo también dijo esto a la iglesia en Galacia: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará,” (Galatas 6:7). Esta ley se menciona tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Lo que esto significa es que es una ley y principio muy importante. Y esta ley es muy buenas noticias para nosotros porque si sembramos correctamente, vamos a cosechar cosechas bendecidas para nosotros, nuestras familias y comunidades. Si siembro amor, cosecharé amor. Si siembro amistad, cosecharé amigos. Si siembro oración, cosecharé oraciones contestadas, etc. Cualquier cosa que necesites más, dala abundantemente a los demás. El problema con muchos es que no entienden esta ley, por lo que siembran odio, ofensa, ira y otras semillas negativas y malvadas, luego esperan amor, amistad, honor y respeto. Recuerde, lo que siembra es lo que cosecha. Ahora que comprendes esta ley y principio, cambies las semillas que ha estado sembrando. En cambio, pregúntele a Dios qué semillas necesita sembrar a partir de ahora y comience a sembrar esas nuevas semillas que se parecen al futuro que deseas. Veras cómo tu vida y tu futuro comenzarán a cambiar.
2 Corintios 9: 6-8 “Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante. Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría» Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros”