Hay momentos en que surgen problemas y crisis que tienden a agotarlo de su alegría y fortaleza. Estos son los momentos en los que realmente necesitamos ir ante Dios y pedirle que restaure nuestras almas. Si lo pedimos, lo recibiremos. Sin embargo, tenemos que pedir con fe y confianza. El enemigo de nuestras almas trabaja horas extras para agotar nuestra fe para que no recibamos nada de Dios. El rey David pasó por muchos momentos angustiosos, y clamaba a Dios por ayuda y fortaleza. Dios siempre lo fortalecía para que pudiera lidiar con los problemas de la vida. No permitas que el enemigo te robe la fe, la alegría y la fuerza. Ve a Dios todos los días y pídele tu fuerza diaria. Está disponible, y es tuyo!
Salmos 138: 3 “Cuando te llamé, me respondiste, y mi alma desfallecida se llenó de vigor”