La forma en que uno oye a la gente se jactan de sí misma es bastante sorprendente. Las escrituras nos recuerda que somos como frascos de arcilla frágiles. Somos como la hierba, que está aquí hoy, y mañana desvanece. Muchos se jactan de grandes cosas, y piensan que son mejores que otros, pero en realidad, somos simplemente seres humanos frágiles mal guiados. El Apóstol Pablo sabia de que aunque Dios lo usaba poderosamente, era Dios quien obró poderosamente a través de él. El poder vino de Dios, no de él. El orgullo es un pecado principal. El orgullo convirtió el arcángel lucifer al diablo. Si uno no es cuidadoso, el orgullo puede destruir el propósito y el destino. Nuestro gozo debe ser que “Cristo en nosotros” brille en todas nuestras acciones. Nuestro mayor deseo debe ser traerle gloria a Dios en todas nuestras acciones y no esforzarnos por construir monumentos para nosotros mismos. Al final de nuestras vidas, lo único que durará es lo que hicimos por Jesús. Todas las acciones orgullosas se lo llevara el viento. Ellos serán olvidados. Pero lo que hagamos por Dios perdurará por generaciones.
2 Corintios 4: 7 (NKJV) “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros”.
2 Corintios 4: 7 (NTV) “Ahora tenemos esta luz brillando en nuestros corazones, pero nosotros mismos somos como vasijas de barro frágiles que contienen este gran tesoro. Esto deja claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos”.