¡David entendió el poder de estas dos verdades poderosas! La primera era que Dios es un Dios bueno que provee para cada área de nuestras vidas. El número dos es que sabía la importancia de nunca olvidar la bondad de Dios. Él ordenaba a su alma a “bendecir al Señor”. Se aseguraba de “bendecir” al Señor con todo lo que estaba dentro de él. El sabía que Dios le había otorgado muchos beneficios. Sabía que Dios es un Dios que perdona todas nuestras iniquidades. Sabía que Dios sana todas nuestras enfermedades. Por eso, dijo esto: “Bendice, alma mía, a Jehová; Y todo lo que hay dentro de mí, ¡bendice Su santo nombre! Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios: el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades”. Salmo 103: 1-3.
Ahora tenemos la misma oportunidad de bendecir al Señor cada dia por su bondad en la tierra de los vivos. Nunca lo olvides: El es digno de nuestra gratitud y alabanza. Él es bueno, todo el tiempo!