Salmo 91:15
“Él me invocará, y Yo le responderé; estaré con él en la angustia; Yo lo libraré y lo honraré.”
Las Escrituras enseñan clara y repetidamente que Dios librará a los justos, que son los que honran y obedecen Su palabra. El rey David estaba muy consciente y dependía de esta verdad. Aquí hay algunos versículos en el libro de los Salmos que revelan Su fe en Dios para liberarlo:
Salmo 18:2 – “El Señor es mi Roca y mi fortaleza y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en quien confiaré; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi fortaleza”
Salmo 18:17 – “Me libró de mi fuerte enemigo, de los que me odiaban, porque eran demasiado fuertes para mí”
Salmo 18:48 – “Él me libra de mis enemigos. Tú también me levantas por encima de los que se levantan contra mí; Me has librado del hombre violento”
Salmo 31:15 – “Mis tiempos están en Tu mano; Líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen”
Salmo 34:7 – “El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”
Salmo 34:19 – “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará el Señor”
David se dio cuenta de que había momentos en los que si el Señor no lo hubiera librado, habría sido destruido. De la misma manera, Dios nos librará de la angustia. A veces envía ángeles para que nos ayuden en nuestros problemas. Cualquiera que sea la forma en que Él decida liberarnos, serás victorioso sobre tus enemigos, pruebas y tribulaciones. Esta es la voluntad de nuestro Padre Celestial: Gálatas 1:4 “quien se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”.
Agradécele hoy que Él es bueno con nosotros. ¡Ciertamente Él nos libra porque nos ama y es fiel a Sus promesas!
Oración:
Padre Celestial, muchas gracias por Tu promesa de librarme de cualquier cosa y cualquiera que me destruya. Aunque el enemigo de mi alma trate de destruirme, no puede porque Tú me estás cuidando y me has dado toda Tu armadura para que pueda resistir todas las artimañas y trucos del diablo. Gracias porque me has dado una fe vencedora para estar de pie en medio de temporadas difíciles, pandemias, guerras naturales y espirituales, gente malvada e ingobernable, tentaciones, pruebas y tribulaciones. ¡Te alabo, Todopoderoso y misericordioso Padre Celestial! Declaro esto en el Nombre de Jesús, ¡Amén!