Se necesita un compromiso firme y amor para caminar justamente. Si bien a la mayoría de las personas no les importa lo que dicen, piensan o hacen, los que aman a Dios eligen agradar a Dios en su vida diaria. El rey David dijo esto: “Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean aceptables a tu vista, oh Señor, mi fortaleza y mi redentor” (Salmo 19:14). Él oró a Dios por ayuda para vivir rectamente porque sabía que sin la ayuda de Dios, muy bien podría fallar y pecar. Sabía que Dios no solo era su Redentor, sino que también era su fortaleza. Tal vez estés atravesando un desafío viviendo para Dios en medio de un mundo no redimido, pero recuerda hoy que Dios es tu fortaleza y redentor. Él te ayudará a vivir en rectitud ante Él. E incluso cuando fallas, su amor y perdón siempre están ahí para ti. Se fortalecido hoy. Hay quienes te observan y piensan “si él puede vivir para Dios, entonces quizás yo pueda”. ¡Espero que tengas una semana bendecida!
¿Qué clase de agua esta recibiendo la gente de tu pozo?
Yo amo a los pozos que veo cuando voy al campo. Pozos dan vida porque la comunidad puede venir y sacar agua limpia en cualquier momento que la necesiten. Un pozo está conectado a una enorme corriente subterránea de agua limpia y pura que puede proporcionar esta preciosa sustancia a una comunidad en los años venideros. Proverbios 10:11 dice: “La boca de un hombre justo es un pozo de vida”. Esto es muy importante de entender porque hablamos desde la abundancia de nuestros corazones. Podemos dar sabiduría, amor, inspiración y verdad que dan vida, o dependiendo de la corriente a la que estemos conectados, podemos darle libertad al odio, temor, duda, confusión, engaño, entre otras cosas. La lengua puede contaminar todo el cuerpo. La lengua puede bendecir o maldecir. El poder de la vida y la muerte está en el poder de la lengua (Santiago 3, Proverbios 18:21).
El apóstol Santiago nos recordó que debemos tener mucho cuidado con la forma en que usamos nuestras bocas. Nuestra comunicación es parte de la forma en que el Espíritu Santo ministra a través de nosotros. ¡Incluso el Evangelio de Jesucristo no puede ser conocido a menos que usemos nuestras bocas! Entonces, el Apóstol nos recuerda esta poderosa verdad: “De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.”(Santiago 3: 10-12).
¿Qué clase de agua esta recibiendo la gente de tu pozo? Selah!