La disciplina es una bendición de Dios!

Un buen amigo mío me dijo que sus fuertes disciplinas de estudio continuo y lectura de 1-2 libros por mes provienen de las disciplinas que su abuela le inculcó. Ella se aseguraría de que él pasara el tiempo diariamente leyendo libros de varios ámbitos de la vida. Hoy, sus enseñanzas y mensajes son siempre frescos y relevantes. ¡Él atribuye gran parte de su éxito a su abuela! El apóstol Pablo reveló esto acerca de la educación de Timothy: “Recuerdo tu fe genuina, porque compartes la fe que primero llenó a tu abuela Loida y a tu madre, Eunice. Y sé que esa misma fe continúa fuerte en ti”. (2 Timoteo 1: 5). Timoteo llegó a ser un gran líder en su generación. Sin embargo, fueron su madre y su abuela las que impartieron su fe a Timoteo. Si realmente amamos a nuestros hijos, no les negaremos las disciplinas necesarias que necesitarán cuando crezcan. Disciplinas como: amor por la palabra de Dios, oración, aplicar la palabra de Dios a sus estilos de vida, vivir honestamente, honrar a sus mayores y otras figuras de autoridad, leer y estudiar, irse a dormir temprano y levantarse temprano, etc. Si hace esto, ellos te lo agradecerán cuando crezcan. Les darás las herramientas que necesitan para triunfar en este mundo complejo.

Proverbios 13: 24 Los que perdonan la vara de la disciplina odian a sus hijos. A los que aman a sus hijos les importa lo suficiente como para disciplinarlos.

El Amor Perfecto!

Las Escrituras declaran que sin fe, no podemos agradar a Dios (Hebreos 11: 6). La fe es un componente necesario de nuestro caminar con Dios. Sin embargo, las Escrituras también establecen que la fe obra por amor (Gálatas 5: 6). Tan importante como es la fe, sin amor, nuestra fe es impotente. 1 Corintios 13:13 declara: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres; pero el más grande de estos es el amor”. Dios nos ama con un amor interminable. Su amor es perfecto. Su amor nos llega incluso cuando no nos damos cuenta. En la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11), revela que el Padre había estado esperando a su hijo perdido y que deseaba que su hijo regresara a casa. Cuando su hijo regresó, derrotado, todo sucio y con olor a comida de cerdo, el Padre corrió hacia él y lo abrazó. Devolvió a su hijo a su hogar y autoridad. Esta parábola describe el amor de Dios por nosotros. El Señor Jesús nos dijo que cuando oramos, debemos comenzar la oración diciendo “Padre nuestro”. Somos Sus hijos y Él nos ama más de lo que nunca sabremos. Nunca olvides, incluso en medio de todas tus “ocupaciones”, Dios, tu Padre Celestial te ama y está esperando el compañerismo con Él. ¡Nunca estés demasiado ocupado para tu Padre Celestial!

 Efesios 2: 4-6 “Pero Dios, que es rico en misericordia, debido a su gran amor con el que nos amó, aun cuando estuvimos muertos en delitos, nos hizo vivir juntos con Cristo (por gracia has sido salvo), y nos criaron juntos, y nos hicieron sentar juntos en los lugares celestiales en Cristo Jesús “