Es vital que captemos la poderosa verdad de que Dios es un Padre bueno y amoroso. Si no recibimos eso en nuestros corazones, siempre lucharemos con la culpa, la vergüenza, la condenación y temor. El enemigo de nuestras almas usa el temor, la duda y la condenación para hacernos sentir que Dios está enojado con nosotros y solamente quiere castigarnos. Sin embargo, es el enemigo que quiere destruirnos. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo unigénito a morir en la cruz para salvarnos y adoptarnos en su familia. Lucas 12:32 dice: “No temas, pequeño rebaño, porque es un placer para tu Padre darte el reino”. ¿Acabas de leer eso? Es su placer! Se alegra de vernos como parte de su familia. Él ama conversar y caminar con nosotros. Él ama cuando nos relacionamos con Él como Padre. Él es quien nos enseñó a llamarlo Padre. Su reino es asombroso! En su reino, hay sanidad (Mateo 4:23). Los pobres en espíritu son bendecidos en su Reino (Mateo 5: 3). Los perseguidos son bendecidos en su Reino (Mateo 5:10). Su Reino pertenece a aquellos que obedecen sus mandamientos (Mateo 5:19). Su voluntad se hace en su Reino (Mateo 6:10). Todas nuestras necesidades se satisfacen en su Reino (Mateo 6:33). Los espíritus del maligno son expulsados cuando su Reino está presente. (Mateo 12:28). En Cristo, somos ciudadanos del reino, y todas las cosas son nuevas. No tenemos que luchar más. Somos parte de Su Reino y es Su placer darnos el Reino.
Dios no es solamente nuestro libertador. Él también es nuestro proveedor. El rey David escribió: “He sido joven y ahora soy viejo; sin embargo, no he visto a los justos abandonados, ni a su simiente pidiendo pan” (Salmo 37:25). El apóstol Pablo entendió esta verdad, así que escribió esto a la iglesia en Filipos: “Y mi Dios suplirá todas tus necesidades de acuerdo con sus riquezas en gloria por Cristo Jesús” (Filipenses 4:13). Hoy, Dios quiere que seas alentado. Él sabe que muchos tienen necesidades y están experimentando falta de algún tipo. Nos recuerda que Él es el dueño de todo el oro y la plata y el ganado en mil colinas. Su palabra nos aconseja que “busquemos primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (casa, comida, ropa, financas) les serán añadidas” (Mateo 6:33). Busque al proveedor, no las cosas. Si lo hace bien, ¡se le agregarán todas estas “cosas”!