Las palmeras son estables. Están plantados y enraizados firmemente. Debemos ser plantados firmemente en la familia de Dios en Cristo-Jesus.
Son consistentes cada temporada. Se puede contar con ellos. Nosotros tambien debemos ser fieles a Dios y lo que Él ha puesto en nuestras manos.
Prosperan independientemente de las condiciones externas. Su vida está dentro de ellos. Nuestra provisión proviene de Aquel que es el Dueño de todo el oro y la plata.
Las palmeras son fuertes, pero flexibles. ¡Somos fuertes en el Señor y en Su poder!
Las palmeras florecen en el desierto. Por su gracia, florecemos en cualquier ambiente porque Él está con nosotros.
Las palmeras florecen en la soledad del desierto. David creció en la soledad de las cuevas. Jose creció en la soledad de la prisión.
Las palmeras no solo tienen hojas. Tambien dan fruto. El Señor Jesús dijo que daríamos mucho fruto como sus discípulos.
Las palmeras florecen para dar. Dan sombra, cocos, etc. Estamos ungidos para dar vida, salud y liberación. Libremente hemos recibido, libremente damos.
Las palmeras dan fruto en su vejez. ¡También daremos fruto, incluso cuando lleguemos a la vejez!
Salmo 92:12 “El justo florecerá como una palmera, crecerá como un cedro en el Líbano”