A casi todos los que conozco les gusta disfrutar algo dulce después de la cena. Simplemente parece que la mayoría de las personas tienen un “gusto por lo dulce”. El rey David dijo una vez de la palabra de Dios: “¡Tus promesas son dulce para mí, más dulce que la miel en mi boca!” Salmo 119: 103 (NCV). La palabra de Dios era muy deseable para David, ¡incluso más deseable que la miel! La miel es un poderoso antioxidante e incluso se ha utilizado para curar enfermedades diferentes. Sin embargo, la palabra de Dios es el mayor antioxidante, ya que puede limpiar y sanar el alma. Además, al buscar la definición de la palabra “dulce”, me sorprendió de buena manera descubrir que no solo es una sensación de sabor inducida por los azúcares. La palabra dulce también significa: gratificante, fragante, muy buena y atractiva. La palabra de Dios es todo eso y más. El Salmo 34: 8 dice: “Oh, prueba y ve que el Señor es bueno”. Si lo es! Por lo tanto, es hora de rechazar a todos aquellos que continuamente critican las Escrituras. Simplemente estan engañados. Hemos probado personalmente al Señor y su dulce palabra. Como David, digo: “¡Qué dulce es Tu palabra, incluso más dulce que la miel!
¡Esto es dulce y curativo como la miel!
Hemos escuchado que hay poder en nuestras palabras. Bueno, en realidad podemos promover la sanidad del cuerpo y el espíritu, y liberar dulzura a nuestras almas. Proverbios 16:24 (TPT) “Nada es más atractivo que decir palabras hermosas y vivificantes. Porque liberan dulzura a nuestras almas y sanidad interior a nuestros espíritus”. La Biblia Amplificada lo dice de esta manera: “Las palabras agradables son como un panal de miel, dulce y delicioso para el alma y curativo para el cuerpo”. Sabemos que la miel es un superalimento. También es curativo y antibacteriano en su naturaleza. El Proverbista comparó palabras agradables con la miel. Sabias esto? Esto es vital porque tenemos acceso a familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Podemos elegir ser sanadores al disciplinar las palabras que hablamos para que otros puedan recibir vida y sanidad interior. Deja que tus palabras liberen gracia, amor y palabras agradables y vivificantes en tu esfera de influencia. Recuerde: Jesús dijo: Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia. Sé una extensión de Su amor. ¡Esta generación necesita esto desesperadamente!