¡Te amo! Escuchamos esta frase en tantos escenarios. Puedo amar a mi cónyuge. Puedo amar mi carro. Puedo amar a mi perro ¿Es todo lo mismo? En su forma más pura, el amor es un sentimiento abrumador y un compromiso sólido. El verdadero amor no es solamente una emoción. Como ejemplo, cuando un cantante viene a la ciudad y canta ante una audiencia en vivo, podría decirle a la audiencia: “Los amo a todos”. Pero en realidad, ni siquiera conoce a la mayoría de las personas que están allí. Es solo una buena cosa para decir. El verdadero amor es diferente. En Juan 13: 34-35, Jesús les dio a los discípulos “un nuevo mandamiento”. El mandamiento era “amarse los unos a los otros, como él los había amado”. Eso lleva el amor a otro nivel. Jesús nos amó tanto que murió por todos nosotros. Jesús dejó su gloria para librarnos del pecado y la destrucción. En Efesios 5: 25-27, describe cómo Jesús nos santifica y nos limpia con su palabra. Él nos presentará sin mancha ante el Padre en ese precioso día. Eso es amor verdadero. La pregunta entonces es: ¿Nos amamos como Jesús nos amó? ¿Estariamos hablando palabras de vida y animo los unos a los otros? ¿Estariamos muriendo a nosotros mismos para que otros puedan vivir? ¿Estariamos protegiéndonos mutuamente, o seguimos murmurando los unos contra los otros? ¿Estariamos atrayendo las personas a Dios con nuestras vidas, o las estamos alejando? Algo para reflexionar hoy.
Juan 13: 34-35: “Un mandamiento nuevo que os doy, que os améis unos a otros; Como yo te he amado, que también te ames. Por esto, todos sabrán que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros “