La ira es una emoción tan poderosa. Si se usa correctamente, puede sacarnos de la rutina y propulsarnos a grandes logros. Usado incorrectamente, puede destruirnos a nosotros y a otros. En la mayoría de los casos, las personas no cambiarán hasta que hayan sufrido suficiente. Por ejemplo, uno podría decir: “¡Ya basta con este trabajo! Estoy tan enojado por cómo me tratan que me voy a ir y conseguir un mejor trabajo”. En ese caso, la ira de la persona lo impulsó a finalmente hacer algo con respecto a una situación poco saludable. Sin embargo, hay momentos en que las personas dejan que su enojo se apodere de ellos, y por eso dirán o harán cosas incorrectas. Sus reacciones de enojo pueden causar pérdida en muchas áreas diferentes de sus vidas. Efesios 4:26 (NTV) dice: “Y no peques dejando que la ira te controle. No dejes que el sol se ponga mientras aún estás enojado”. Dios nos dio nuestras emociones. Son buenos sirvientes pero pueden ser malos amos. Pídele a Dios hoy que te ayude a aprovechar tus emociones para que pueda usarlas para Su gloria y para el beneficio de la humanidad. La próxima vez que veas a alguien perder el control en el viaje de la mañana, no te unas a su rabietas. En cambio, regocíjate porque tienes el control y por eso va a ser un gran día!
Salmos 37:8 (NTV) ¡Deja de estar enojado! Apártate de tu rabia! No pierdas la calma, solo te hace daño.