Hay varios significados para la palabra comunión. Entre ellos se encuentran: “Comunidad de interés, actividad, sentimiento o experiencia. Una compañía de iguales o amigos. Compañerismo. Compañía”. También hay una palabra griega para la comunión, Koinonia, que significa: “comunión cristiana”, literalmente “comunión”, de la palabra griega: koinos, que significa: común. En la verdadera comunión, no hay elitismo. Hay un sentido de beneficio mutuo. En algunos casos es como una familia. En comunión, existe el intercambio de ideas, recursos, amor, cuidado, beneficio mutuo, entre otras cosas. Cuando nos convertimos en parte de una iglesia local, nos convertimos en parte de una comunidad, donde alabamos a Dios juntos, nos bendecimos unos a otros, aprendemos juntos, ministramos y servimos juntos a la comunidad. Pero la parte más importante de nuestra comunión es con Dios mismo. Salmos 138: 6 (AMP) dice: “Aunque el Señor es exaltado, considera a los humildes [y los invita a su comunión]; pero a los soberbios y altaneros los conoce desde la distancia”. Dios te está invitando a tener comunión y pasar tiempo con él diariamente. Jesús nos enseñó a orar diariamente al Padre Celestial. Esto no es nuevo Enoc tenia comunión diaria con Dios: Génesis 5:22 (AMP) “Enoc caminó [en comunión habitual] con Dios trescientos años después del nacimiento de Matusalén y tuvo otros hijos e hijas”. Enoc agradó a Dios. Pablo le enseñó a la iglesia en Éfeso que en Cristo, estamos en comunión unos con otros y estamos siendo edificados juntos para que Dios pueda habitar en nosotros y entre nosotros. Efesios 2:22 (AMP) “En Él [y en comunión unos con otros] estan siendo edificados juntos en una morada de Dios en el Espíritu”. Por lo tanto, entienda que ser parte de Su Cuerpo es más que simplemente asistir a una iglesia local; ustedes son parte de la Iglesia que es Su Cuerpo. Estás en comunión con Dios y con Su Cuerpo? ¡No hay mayor compañerismo que eso!
Somos parte de Su familia!
En Juan 1:12, el apóstol compartió esta verdad: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios”. En Cristo, tenemos la oportunidad y el privilegio de convertirnos en hijos de Dios. Todos fuimos creados por Dios, pero Él nos da el privilegio de convertirnos en hijos de Dios si recibimos a Su Hijo como nuestro Salvador, y creemos en Su sacrificio que nos limpia de todo pecado. Algunas personas se ofenden en esta oferta tan amable. No les gusta ser llamados pecadores, y sienten que debe haber muchas formas de llegar a Dios. El gran problema con este modo de pensar es que Dios Todopoderoso le ofreció esto a la humanidad porque nos ama, y todos hemos pecado y no hemos alcanzado Su Gloria. ¿Cómo nos atrevemos a pensar que podemos decirle a Dios que no nos gusta su oferta, y que ni siquiera creemos que Jesús es el camino hacia Dios? La Biblia dice que toda rodilla se doblará ante Jesús en el futuro. Entonces, algunos se inclinarán de gozo mientras van delante de su precioso Mesías. Otros se doblegarán avergonzados, sabiendo que rechazaron la oferta amorosa de Dios, y también se darán cuenta de que se están inclinando ante el Señor que rechazaron durante su vida. Hebreos 3:7 y 8 declara: Por lo tanto, como dice el Espíritu Santo: “Hoy, si escuchas su voz, no endurezcas tus corazones como en la rebelión. Dios no estaba complacido con esa generación que lo rechazó. ¡Seamos la generación que reciba su oferta más generosa y amorosa, y venga a la fe salvadora en Cristo!
Galatas 4:7 Por lo tanto, ya no eres esclavo sino hijo, y si hijo, entonces heredero de Dios por medio de Cristo.