Eclesiastés 5:19 dice: “En cuanto a cada hombre a quien Dios le ha dado riquezas y bienes, y le ha dado poder para comer de ella, para recibir su herencia y regocijarse en su trabajo, este es el don de Dios”. Muchos verían este versículo y dirían que solo se trata de millonarios. Sin embargo, mirémoslo con un lente diferente. Según las estadísticas (1), un hogar de clase media en los Estados Unidos que gana $ 52,000 por año se encuentra en el .97 por ciento superior del ingreso familiar en el mundo. Es decir, son, literalmente, el 1 por ciento global que tienen el ingreso mas alto. La mayoría aquí en los EE. UU. Disfrutan de cosas que a la mayoría del mundo le encantaría tener. Por ejemplo, a) la cantidad de pies cuadrados en que viven los residentes de EE. UU. es un 50% más que en previas generaciones. En los pies cuadrados, tenemos más alfombras, más uso eléctrico y más muebles. b) Tenemos autos. Muchos ahora tienen 2 autos, y los autos son más elegantes que en una generación. c) La mayoría de las familias estadounidenses ahora tienen al menos 2 televisores, y disfrutan de DVDs, juegos electrónicos, televisión por cable y otras suscripciones. Todos estas cosas son lujos. d) La mayoría tiene aire acondicionado y agua corriente. Esto no estaba disponible para muchas familias antes de 1950. e) Incluso entre los más pobres, la mayoría de los actuales tienen teléfonos celulares. La gente solo tenían teléfonos en las casas hace solo una generación. f) La mayoría de los estadounidenses tienen algún tipo de atención médica, y si necesitamos medicamentos, simplemente podemos ir a la farmacia y comprarlos. ¡¡¡Esto es sólo la punta del iceberg!!! Entonces, antes de quejarnos de lo difícil que son las cosas, considere que es muy probable que se encuentre entre las personas más ricas del mundo. ¡Es hora de estar agradecido y agradecer a Dios por su bondad y la provisión diaria, porque es el don de Dios!
Eclesiastés 5:19 “En cuanto a todo hombre a quien Dios le ha dado riquezas y bienes, y le ha dado poder para comer de ella, para recibir su herencia y regocijarse en su trabajo, este es el don de Dios”.