Sanctificado sea Tu Nombre

Ayer, compartí la definición de la palabra “santificado”(venerado, consagrado, honrado, santo). Cuando venimos al Padre Celestial, debemos reconocer su santidad. Él realmente es digno de ser alabado. La mayoría de la gente no ora regularmente. Sólo oran cuando haya una crisis. Incluso cuando oran, no reconocen ni adoraran a Dios. Solamente se enfocan  en su  necesidad o crisis del momento. El Señor Jesús nos enseñó que cuando oramos, debemos comenzar con un humilde reconocimiento de quien El es, y de Su grandeza y bondad. Cuando estamos ante la realeza, o alguien que es importante aquí en la tierra, desplegamos la “alfombra roja”. Los alabamos por sus logros. Entendemos de manera innata que debemos honrar la grandeza. Sin embargo, cuando muchas personas acuden a Dios en oración, ni siquiera piensan en reconocer quién es Dios y no lo honran como Dios. Solamente quieren algo de Él, pero no creen que sea necesario adorarlo y venerarlo. Cuando los hijos de Dios acuden a Dios en oración, lo primero que hacen es adorarle y honrarle. Nunca olvides comenzar tus oraciones con adoración. ¡Esto te pondrá en el la relación correcta con tu Padre Celestial, y tus oraciones subirán a Su Presencia!

Mateo 6: 9. De esta manera, ora: Padre nuestro, que estas en cielo, santificado sea tu nombre.

Estas alegrando el corazón de tus padres?

Las personas egoístas no consideran sus acciones. Tus acciones la mayoría de las veces afectarán a otros tanto como a ti mismo. Algunos dirán: “No me importa lo que piense la gente. Voy a hacer lo que me plazca”. Dicen esto y no les importan las repercusiones que tendrán sus acciones o el impacto que tendrá en quienes están cerca de ellas. No nacimos en el vacío. Nuestras acciones darán alegría a aquellos que nos aman o les causan dolor. Piense en esto: cuando un hijo se gradúa de la universidad, ¿quién está allí para celebrar con él la mayor parte del tiempo? Por el contrario, cuando un hijo llega a la cárcel por un acto tonto, ¿solo lo lastima, o también entristece a sus padres, a su esposa, a sus hijos, a sus amigos íntimos? Si nos damos cuenta o admitimos o no, estamos más conectados de lo que sabemos. Luchemos por brindar alegría a aquellos que están cerca de nosotros. ¡Esto complace el corazón de Dios!

Proverbios 10: 1 – El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es el dolor de su madre.