El alma es el centro de tu voluntad, intelecto y pensamientos. Ahí es donde realmente vives. Eso es lo que realmente eres. De acuerdo con las Escrituras, primero debemos trabajar duro para asegurarnos de que estamos creciendo y prosperando principalmente en nuestra alma. La mayoría de las personas desean cosas, fama, fortuna, influencia, pero sus almas están enfermas y moribundas. El amado Apóstol Juan oró para que prosperemos en todas las cosas, pero enseño que fue así como prosperan nuestras almas. 3 Juan 1: 2 dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma”. En lugar de buscar las cosas primero, primero debemos buscar a Dios y Su palabra. El Apóstol Juan sabía que el resultado sería que prosperaríamos en todas las cosas y estaríamos en buena salud. La palabra prosperidad significa “lograr el éxito económico”, pero no es su única definición. También significa “lograr lo que se propuso hacer, tener éxito, ser fuerte y floreciente”. El apóstol Juan estaba orando para que seamos fuertes en el Señor; Que caminemos en la verdad de la palabra de Dios; Que seamos testigos efectivos en nuestra generación. Podemos hacer todas las cosas a través de Cristo que nos fortalece, pero primero debemos asegurarnos de que nuestras almas prosperen. Prosperando en la meditación diaria sobre la palabra de Dios; En oración, en nuestro testimonio, en hacer todas las cosas bien con integridad, amor y excelencia. Nuestra verdadera prosperidad es lograr todo lo que Dios nos creó para hacer; Para darle gloria y revelar el amor de Cristo a esta generación. Este es nuestro verdadero legado, no la fama, no la fortuna, sino revelar a Cristo a nuestra generación.
Conoces alguien que es responsable y confiable?
La palabra responsabilidad tiene 2 palabras incrustadas, respuesta y habilidad. Cuando uno está en un estado de responsabilidad, significa que uno es confiable. Responsabilidad y madurez van de la mano. Cuando una persona aprende a ser responsable, significa que está madurando en mente y sus emociones. Dios se complace cuando asumimos la responsabilidad de lo que es verdaderamente importante. El apóstol Pablo reveló que una de las obras de la carne es el egoísmo (Gálatas 5: 20-21). Está en nuestra naturaleza carnal solo cuidarnos a nosotros mismos y no preocuparnos por lo que les sucede a los demás. Cuando ocurre una tragedia, la mayoría de la gente podría decir: ay Dios, lo siento mucho, nuestros pensamientos y oraciones están con ustedes, pero no hacen nada mas. No se responsabilizán de ayudar a los necesitados. Nuestro Señor Jesús fue conmovido por nuestra condición y asumió la responsabilidad de toda la humanidad cuando fue a la cruz. Debido a su amor por nosotros, Él pagó el precio por nuestro pecado y condición, y ahora nos beneficiamos de sus acciones responsables. El apóstol Pablo compartió esto acerca de Jesús: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2: 5-11). Sé como nuestro Señor Jesús y asume la responsabilidad por lo que Él ha puesto en tus manos. Deje que su legado diga: “¡Él/ella fue responsable!”
Esdras 10:4 “Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra.”