Una noche me despertó un ruido repentino en la sala. Instintivamente, corrí a la sala para ver si alguien había irrumpido en nuestra casa. ¡Mientras corría en la oscuridad por el pasillo que conduce a la sala de repente me detuve debido a un fuerte golpe en la cabeza! Por un momento, no sabía dónde estaba. Me olvidé del ruido y la amenaza potencial debido a este golpe repentino en la cabeza. Mientras reunía mis pensamientos, decidí prender la luz para ver qué me golpeó. Lo que ocurrió fue que la puerta del armario estaba medio abierta y corrí directamente hacia la cabecera de la puerta. Bueno, nadie estaba en la sala y todo estaba bien, ¡excepto por la nueva laceración en mi frente! Ese día aprendí lo importante que es la luz, ¡especialmente cuando existe peligro escondido! 2 Samuel 22:29 (AMP) dice: “ Porque tú, oh Señor, eres mi lámpara; illumines y disemina mi oscuridad.” En nuestras vidas, el peligro siempre está acechando en la oscuridad. Estas son áreas que no podemos ver. Sin embargo, por la gracia de Dios, Él ilumina nuestro camino para que podamos ver cualquier peligro potencial a nuestro alrededor. Además, Él disipa la oscuridad para que podamos ver nuestro camino con claridad. Hoy, pídele al Señor que abra los ojos de su comprensión para que puedas ver claramente las cosas que podrían hacerte daño a ti o a tu familia. Él iluminará amorosamente su camino y disipará cualquier oscuridad a tu alrededor. Después de todo, ¡Él es la “luz” del mundo!
2 Samuel 22:29 (AMP) “Porque tú, oh Señor, eres mi lámpara; El Señor ilumina y disipa mi oscuridad “.