Su voluntad o mi voluntad?

El Señor Jesús nos enseñó a orar “Venga, tu Reino, hágase tu voluntad …” Cuando Adán tuvo la oportunidad de hacer la voluntad de Dios o su propia voluntad, decidió hacer su propia voluntad, y al hacerlo, renunció su autoridad, y se la dio a satanás. Sin embargo, en el Jardín de Getsemaní, vemos al Señor Jesús sometiéndose a la voluntad de su Padre. Él fue un poco más lejos y se postró sobre su rostro, y oró, diciendo: “Padre mío, si es posible, haz que pase de mi esta copa; sin embargo, no como yo quiero, sino como Tú quieres” (Mateo 26:39). Debido a esto, Dios el Padre ha exaltado el Nombre de Jesús sobre todo nombre. (Filipenses 2: 5-11). El primer Adán hizo su propia voluntad, y terminó afectando y impactando negativamente a toda la humanidad. Sin embargo, el último Adán (Jesús), restauró nuestra relación con Dios porque dijo al Padre: “hágase tu voluntad”. Oremos para que se haga la voluntad de Dios en nuestras vidas, pero también sometámonos a su voluntad y hagamos su voluntad. De esta manera, bendeciremos e impactaremos grandemente a aquellos que están bajo nuestro cuidado, ¡y complaceremos el corazón de nuestro Padre Celestial!

Mateo 6: 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Sanctificado sea Tu Nombre

Ayer, compartí la definición de la palabra “santificado”(venerado, consagrado, honrado, santo). Cuando venimos al Padre Celestial, debemos reconocer su santidad. Él realmente es digno de ser alabado. La mayoría de la gente no ora regularmente. Sólo oran cuando haya una crisis. Incluso cuando oran, no reconocen ni adoraran a Dios. Solamente se enfocan  en su  necesidad o crisis del momento. El Señor Jesús nos enseñó que cuando oramos, debemos comenzar con un humilde reconocimiento de quien El es, y de Su grandeza y bondad. Cuando estamos ante la realeza, o alguien que es importante aquí en la tierra, desplegamos la “alfombra roja”. Los alabamos por sus logros. Entendemos de manera innata que debemos honrar la grandeza. Sin embargo, cuando muchas personas acuden a Dios en oración, ni siquiera piensan en reconocer quién es Dios y no lo honran como Dios. Solamente quieren algo de Él, pero no creen que sea necesario adorarlo y venerarlo. Cuando los hijos de Dios acuden a Dios en oración, lo primero que hacen es adorarle y honrarle. Nunca olvides comenzar tus oraciones con adoración. ¡Esto te pondrá en el la relación correcta con tu Padre Celestial, y tus oraciones subirán a Su Presencia!

Mateo 6: 9. De esta manera, ora: Padre nuestro, que estas en cielo, santificado sea tu nombre.