Cada criatura tiene un entorno óptimo que les permite vivir y prosperar. Para los peces, es el océano. Para el pájaro, es el cielo. Para el cristiano, es la presencia de Dios. Salmo 140: 13 “Ciertamente los justos darán gracias a tu nombre; los rectos morarán en Tu presencia”. En su presencia, somos fortalecidos. Somos limpios. Recibimos el gozo de Jehovah. Recibimos sabiduría. Estamos protegidos. Recibimos su misericordia. Estamos protegidos de nuestros enemigos. Estamos seguros. Somos amados con su amor eterno. Vemos con sus ojos. Sentimos su corazón. Recibimos respuestas para nuestras oraciones. Experimentamos el poder de la resurrección. Recibimos sanidad espiritual, mental y emocional. Su presencia es el lugar donde vivimos y prosperamos. ¿Has experimentado su presencia?
Salmo 16:11 “Me mostrarás el camino de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo”.
Necesitamos una poderosa revelación de nuestro Padre Celestial. El Señor Jesús nos enseñó a orar. Nos dice que comencemos la oración con “Padre Nuestro, que estás en los cielos”. No solo es nuestro Padre celestial, también es el ejemplo perfecto del mejor padre que uno podría tener. Su amor por nosotros es legendario, su perdón cuando pecamos y fallamos es inigualable. Sus amables y tiernas misericordias son nuevas todos los días. Él nos cuida y siempre está con nosotros. Nunca nos deja ni nos abandona. Él satisface todas nuestras necesidades de acuerdo con sus riquezas en gloria. Él escucha y responde a nuestras oraciones y peticiones. Él envió su palabra y nos sanó. Él es fiel. Él es consistente. Nos ha dado una herencia invaluable. Se regocija por nosotros. Él nos da los mejores regalos. En pocas palabras, Él es el Padre que no tiene igual. ¡Él es nuestro Padre celestial!
Mateo 7: 11 (Version Amplificada) “Si entonces, malvado (pecaminoso por naturaleza) como eres, sabes cómo dar regalos buenos y ventajosos a tus hijos, cuánto más dará tu Padre que está en el cielo [perfecto como es] lo que es bueno y ventajoso para aquellos que siguen preguntándole”