Llévame a la roca que es más alta que yo!

¡Hubo muchas veces en la vida del rey David donde se sintió abrumado! Hubo momentos en que se sintió inquieto y se quejó ruidosamente ante Dios. Se sentía oprimido por sus enemigos. Su corazón estaba severamente dolido dentro de él. Sentía los terrores de la muerte y el horror lo abrumaba (Salmo 55: 1-5). Sin embargo, cada vez que se sentía así, clamaba a Dios en oración y súplica. Iba a la Roca que es más alta que él. Reconoció que Dios era su refugio y su torre fuerte que lo protegía del enemigo. Aprendió a permanecer en él. Confió en el refugio que era la presencia de Dios. Hoy, recuerda que Dios es tu roca, tu refugio y tu torre fuerte. En Él, estás a salvo. David lo sabía y, en esa relación, recibía toda la fuerza y confianza que necesitaba para superar cualquier obstáculo, ataque y desafío. ¡Construye tu casa sobre la roca! Es sobre esta base firme donde prosperarás y superarás cualquier desafío que se te presente. Selah!

Salmo 61: 1-4  “Oye, Dios, mi clamor; atiende a mi oración. Desde el extremo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmaye. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio y torre fuerte delante del enemigo. Yo habitaré en tu Tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas, Selah”

Entiendes lo que escuchaste?

En Mateo 13, Jesús enseñó sobre la parábola del sembrador. Él enseño que el sembrador es el que siembra la palabra de Dios. La tierra es el corazón del hombre. Cuando se siembra la palabra, el enemigo siempre intenta “arrebatar” lo que fue sembrado en el corazón. Si la persona no entiende lo que se le dijo, entonces el enemigo puede robarle esa verdad. Sin embargo, en el versículo 23, Jesús comparte que si la persona entiende lo que oye, entonces la palabra dentro de su corazón no se podrá arrebatar, y luego dará frutos. Por eso es tan importante no solo leer casualmente la palabra de Dios. Uno debe meditar en la palabra de Dios. Eso significa que te concentras en lo que estás leyendo y luego piensas en lo que has leído. También es bueno pedirle a Dios que comprendas la palabra. De esta manera, el enemigo no podrá “arrebatar” la palabra, y tu podrás dar fruto, que es lo que Dios está buscando, y podrás crecer en gracia y verdad. Dios se complace cuando sus hijos hacen de su palabra una prioridad. Recuerda siempre: la palabra de Dios sembrada en tu corazón es tu mejor arma.
Mateo 13: 18-19, 23Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino.” Mateo 13:23 “Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.”