Nunca olvidaré la alegría de tomar las manos de mis hijos mientras caminábamos. Tuve que reducir mi velocidad a su velocidad, y tuve que ayudarlos porque a veces resbalaban. Se habrían caído si no lo hubiera tomado de la mano. Estaban contentos y confiados porque estaban sosteniendo por la mano de papá, y papá estaba encantado de poder caminar con ellos. De la misma manera, nuestro precioso Padre Celestial nos sostiene en medio de los muchos peligros que experimentamos durante nuestra vida. El Salmo 37: 23,24 dice: “El Señor hace firmes los pasos del que se deleita en él; aunque tropiece, no caerá, porque el Señor lo sostiene con su mano”. Estoy muy agradecido de que mi Padre Celestial esté caminando conmigo y me sostenga con Su mano. Incluso cuando tropiezo, Él no me deja caer. Recuerda hoy que tu Padre Celestial está viajando contigo. Aunque puedas tropezar, ¡Él esta a tu lado! Su gloriosa mano está allí sosteniéndote. No estas solo. ¡Él te ayudará a llegar a la línea final!
Es tiempo de brillar!
El Señor Jesús enseñó que somos la luz del mundo (Mateo 5:14). Sin embargo, Él nos recuerda en el versículo 16 que debemos dejar que nuestra luz brille ante los hombres. Entonces, este no es un proceso automático. De hecho, podemos ocultar nuestra luz, y eso desagrada a nuestro Señor. Cuando elegimos dejar que brille nuestra luz, la gente comenzará a ver “nuestra luz”. Es interesante notar que la luz que la gente realmente ve son nuestras buenas obras. Esto significa que nuestras buenas obras revelan algo precioso al mundo. La luz revela cosas que antes estaban ocultas a la vista. Entonces, nuestras buenas obras revelan la bondad y el amor de Dios a quienes nos rodean y que no lo habían visto antes. Esto hace que glorifiquen a nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, es vital que determinemos dejar que brille nuestra luz en lugar de ocultarla. ¡Es tiempo de brillar!
Mateo 5:16 “Deja que tu luz brille ante los hombres, para que vean tus buenas obras y glorifiquen a tu Padre en el cielo”