No le des ninguna oportunidad al enemigo!

Aquí hay una poderosa revelación para Lunes: “No le des lugar al diablo”. Efesios 4:27. Tenemos autoridad en Cristo para resistir al enemigo. Sin embargo, él es un engañador, y calumnioso también. Este mismo verso en la versión TPT de la Biblia dice: “¡No le dé al acusador calumnioso, el diablo, la oportunidad de manipularte!” El enemigo, mediante el uso de acusaciones y el engaño, siempre intenta manipularte para que le brinde la oportunidad de llevarlo al pecado, ya sea para que guarde rencor, alimente la ira, albergue el resentimiento o cultive la amargura. Si él puede meterte en cualquiera de esos estados, puede manipularte y paralizar tu fe. Dios nos recuerda hoy que no debemos darle ningún lugar ni ninguna oportunidad en nuestras vidas. Vive una vida y actitud de amor y perdón, y si algo te enoja, no lo guardes. Resuelva sus problemas rápidamente y el no podrá manipularte ni controlarte. ¡Después de todo, mayor es el que está dentro de ti que el que está en el mundo! Lee este versículo una vez más en la versión Amplificada: “Y no le des al diablo la oportunidad [de llevarte al pecado guardando rencor, alimentando la ira, abrigando resentimiento o cultivando amargura].

Que es gloria?

La palabra o término “gloria” es a menudo mal entendida. Muchos lo usan como parte de su lenguaje de adoración. Algunos dirán “gloria a Dios” con respeto. Pero encuentro que muchos no entienden qué es la gloria cuando se les pregunta. En las escrituras del Antiguo Testamento, gloria es la palabra “Kabod” que significa: honor, gran cantidad, riqueza, reputación, majestad, esplendor. Cuando decimos “gloria a Dios”. Le estamos atribuyendo el hecho de que El merece recibir el más alto honor. Su inmensa riqueza es infinita. Su reputación es perfecta y hay que alabarlo sobre todo. Su majestad (dignidad, magnificencia, grandeza, esplendor, majestad y admiración), es del más alto nivel. Hay varias formas en que mostramos la gloria de Dios: Cuando oramos, destacamos su fidelidad y amor. “Llámame en el día de la angustia y te rescataré y tú me glorificarás” (Salmo 50:15). Cuando damos gracias, estamos demostrando que Él es el dador de todo don bueno y perfecto. “El que ofrece un sacrificio de acción de gracias me glorifica” (Salmo 50:23).  Cuando producimos fruto, estamos compartiendo por extensión su amor a la humanidad. “Mi Padre es glorificado por esto, que llevas mucho fruto” (Juan 15:8)  Cuando perdonamos a otros, expresamos el asombroso amor, la bondad y la misericordia de Dios que se expresó en la cruz. “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). Hay tantas otras formas en que podemos traerle gloria. Entonces recuerda, al reflejar su majestad y gracia en nuestras acciones diarias, El es glorificado. ¡Así que saca tiempo a lo largo del día para darle gloria! ¡Definitivamente es digno!

Salmo 96:8  ¡Den al Señor la gloria que merece! Lleven ofrendas y entren en sus atrios.