La definición de la palabra “santificado” es: venerado, consagrado, honrado, santo. Cuando venimos al Padre Celestial, debemos reconocer su santidad. Él realmente es digno de ser alabado. La mayoría de la gente no ora regularmente. Sólo oran cuando haya una crisis. Incluso cuando oran, no reconocen ni adoraran a Dios. Solamente se enfocan en su necesidad o crisis del momento. El Señor Jesús nos enseñó que cuando oramos, debemos comenzar con un humilde reconocimiento de quien El es, y de Su grandeza y bondad. Cuando estamos ante la realeza, o alguien que es importante aquí en la tierra, desplegamos la “alfombra roja”. Los alabamos por sus logros. Entendemos de manera innata que debemos honrar la grandeza. Sin embargo, cuando muchas personas acuden a Dios en oración, ni siquiera piensan en reconocer quién es Dios y no lo honran como Dios. Solamente quieren algo de Él, pero no creen que sea necesario adorarlo y venerarlo. Cuando los hijos de Dios acuden a Dios en oración, lo primero que hacen es adorarle y honrarle. Nunca olvides comenzar tus oraciones con adoración. ¡Esto te pondrá en el la relación correcta con tu Padre Celestial, y tus oraciones subirán a Su Presencia!
Mateo 6: 9 “De esta manera, ora: Padre nuestro, que estas en cielo, santificado sea tu nombre”