Dios te ha fortalecido para que superes todos los ataques del enemigo!

Una de las muchas razones por las que Jesús envió al Espíritu Santo es que necesitamos fuerza sobrenatural para nuestra journada. Habrá muchas ocasiones en que las circunstancias, las pruebas y las tribulaciones vendrán y nos agotarán de nuestra alegría y fortaleza. Es entonces cuando necesitamos aprovechar el poder sobrenatural del Espíritu Santo que habita dentro de nosotros. ¡Hay un poder ilimitado para nosotros todos los días! Colosenses 1:11 dice: “Fortalecidos con todo poder, según Su glorioso poder, para toda paciencia con gozo”. No permitas que el enemigo te engañe haciéndote creer que estás solo. ¡El Espíritu Santo de Dios está contigo y te proporcionará toda la fuerza, sabiduría, estrategia y gozo para vencer cualquier ataque del enemigo! Su gracia es suficiente y Su fidelidad es consistente. Anímate hoy. El Espíritu Santo está ahí contigo. ¡Ninguna arma formada contra ti prosperará! ¡Eres más que un vencedor por medio de Cristo que te ama y dio su vida por ti!

No te desesperes; Ciertamente veras la bondad del Señor!

Nuestra fe en Dios y Su palabra nos da esperanza, tanto ahora como para el futuro. Es posible que esté pasando por un momento de prueba o dificultad en este momento. Sin embargo, su fe y confianza en lo que Dios le ha prometido le dará esa paz y fortaleza sobrenatural para resistir y superar cualquier lucha que esté experimentando actualmente. Incluso el rey David entendió la importancia de su fe en Dios y cómo la bondad de Dios podría ayudarlo en las peores situaciones. El Salmo 27:13 dice: “Me hubiera desesperado si no hubiera creído que vería la bondad del Señor en la tierra de los vivos”. Otra versión dice: “Me habría desmayado si no hubiera creído”. Sí, el viaje a veces puede parecer abrumador, pero tienes algo en tu interior que está listo para ayudarlo. La bondad de Dios está allí contigo y verás su bondad en la tierra de los vivos. No es hora de rendirse; Es hora de declarar audazmente: “El Señor es mi ayudante; No temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre (Hebreos 13: 6)?