Dios nos creó para trabajar; para producir; multiplicar. Este es nuestro ADN. El apóstol Pablo dijo una vez: “Porque aun cuando estábamos contigo, te ordenamos esto: si alguno no quiere trabajar, tampoco comerá” (2 Tesalonicenses 3:10). El proverbio dice en Proverbios 14:23: “En todo el trabajo hay ganancias, pero las charlas ociosas conducen a la pobreza”. Proverbios 10: 4 declara: “El que tiene la mano floja se vuelve pobre, pero la mano del diligente se enriquece”. Sabemos que el trabajo honesto es agradable a Dios. Parte del mandato de Dios a Adán era cuidar y mantener el jardín. ¡Eso es un buen trabajo duro! Sin embargo, hay quienes intentan ganar riqueza a través de medios deshonestos. Esto no solo desagrada a Dios, sino que también crea en el individuo una falta de paz. Es posible que se vuelvan temporalmente ricos en el proceso, pero no podrán dormir tranquilos. Siempre estarán preocupados de que eventualmente sean descubiertos. Podemos ver cuántas personas mayores están ahora en la cárcel porque querían ser ricos tanto que lo hicieron ilegalmente, y finalmente las alcanzaron. No es así con los justos. Trabajan y trabajan honestamente y con integridad. Pueden irse a dormir en paz, y aunque la mayoría de ellos no sean millonarios, son realmente ricos. Rico con paz, gozo, familia, ministerio, las bendiciones de Dios y mucho más “riquezas” intangibles. Nunca menosprecies la honestidad y la integridad. ¡Siempre ganan al final!
Proverbios 13:11 – La riqueza ganada por la deshonestidad disminuirá, pero el que se reúne por trabajo aumentará.