Todos nos enfocamos en algo. Aquello en lo que te concentras, crece y aumenta, y lo que ignoras, pierde poder e influencia en tu vida. El enfoque proviene de la palabra griega “Aphorao”, que significa: “concentrar tu mirada en algo”. La palabra “enfocarse” en inglés significa: atención dirigida a un punto de concentración; un estado o condición que permite una clara percepción o comprensión. Jesús enfocó sus acciones y energías en su misión. Pablo enfocó sus esfuerzos para avanzar hacia la marca del gran llamado de Dios en su vida. Uno de los objetivos principales del enemigo es alejarnos de nuestro enfoque, porque cuando una persona no está enfocada, hace mal uso o abuso de sus recursos, tiempo y energías, y por lo tanto, no producen nada de valor. Desaprovechan su potencial. El enfoque es su amigo. El enfoque lo mantendrá en el camino correcto. Le recordará dónde invertir y gastar su energía limitada. El enfoque activa la parte creativa de su cerebro que le permitirá comenzar a ver las cosas que necesita hacer o adquirir. Por eso, hoy te pregunto en qué te estás enfocando?
1 Juan 2:4 “Quienquiera que diga: “Lo conozco”, pero no cumple habitualmente [se enfoca en Sus preceptos y obedece] Sus mandamientos (enseñanzas), es un mentiroso, y la verdad [de la palabra divina] no está en él”